Antes de conocer el Espíritu Santo Erika era una persona muy egoísta que no poseía las herramientas necesarias para cumplir su rol como madre, de cierto modo despreciaba a su familia y no deseaba ni le importaba pasar tiempo de calidad con ellos. Su hijo, quien suplicaba por su amor, solo recibía de su parte un sentimiento de odio, puesto que a ella no le gustaba la idea de ser una mamá cariñosa para él.
La raíz de los problemas de Erika provenía de su vicio con el alcohol, ella prefería salir todas las noches a los locales nocturnos y embriagarse haciendo a un lado del todo a su familia, toda esta actitud era observada por su hijo dejándolo como testigo de todo aquel mal ejemplo. A ella solo le interesaba resolver su conflicto emocional sin notar que su hijo también sufría y se sentía solo.
Una vez Erika tuvo la oportunidad de cruzar las puertas de la Iglesia Universal y tener su primer encuentro con el Espíritu Santo fue que pudo entender que estaba errando en su labor como madre, pero que también si se apegaba a Dios podía tener una nueva oportunidad para rehacer su amor de madre cariñosa hacia su hijo.
El Espíritu Santo le sirvió de guía y la enseñó a cómo nutrirse de paz y amor para luego ser transmitida a su hijo quien tanto la anhelaba, ahora ambos asisten juntos a la iglesia, donde refuerzan cada día más sus lazos d madre e hijo, ha aprendido no solo a escucharlo si no a brindarle apoyo y cariño.
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